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23 dic 2010

Caperucitas blancas (relatos cortos de Pedrín) [1]

Preámbulo:

La invasión de Iraq por parte de Estados Unidos de Norteamérica demostró muy pronto que en sus cálculos se tenía previsto como evitar que se repitiera el escenario de la guerra de Vietnam: entre otras cosas se impediría la información por parte de reporteros de guerra con la excepción de personal autorizado e incorporado en el seno de las tropas atacantes. De este modo las noticias sobre el curso y los detalles de la guerra se mantendrían bajo control, como así fue en gran medida: aunque en su momento surgieron las pruebas de las inimaginables, por aberrantes, torturas y humillaciones infligidas a prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib (por parte de personal de la Compañía 372 de la Policía Militar, con la colaboración de la CIA y de empresas de mercenarios), amén de otras atrocidades, una política de propaganda basada en el miedo hizo enmudecer, cuando no aceptar como justificados los hechos, a la opinión pública estadounidense.

La hegemonía indiscutible del invasor le permitió lanzar durante la entrada en Bagdad una clara advertencia al resto del mundo, al disparar desde un blindado contra el Hotel Palestina de dicha ciudad, donde se alojaba la mayoría de los periodistas internacionales que cubrían la información de guerra. No vale el supuesto de una acción no meditada en mitad del fragor de la batalla, pues se supo que el tanque permaneció unos veinte minutos apuntando al objetivo en espera de órdenes. Víctima mortal del ataque fue el cámara español José Couso. Eso ocurría en abril del año 2003. Sus familiares consiguieron que se abriera un procedimiento judicial contra militares y politicos estadounidenses por la responsabilidad en la muerte del cámara, pero transcurridos siete años este procedimiento no ha prosperado y se nos hizo creer que el problema residía en el blindaje que se había otorgado Estados Unidos al no asumir responsabilidades por crímenes de guerra.

No obstante, las recientes filtraciones de WikiLeaks nos han hecho saber ahora que altos diplomáticos estadounidenses en España presionaron al fiscal general del Estado y al jefe de la Audiencia Nacional, entre otras altas instancias jurídicas y políticas españolas, así como que altos mandatarios de nuestro gobierno, cuyos nombres figuran en los informes, lamieron casi literalmente el sendero señalado por el dedo índice del embajador de los EE.UU., el cual se permitió amenazar con un "se me está acabando la paciencia" al comprobar que el caso no se cerraba con la premura deseada.

La licencia para matar concedida por EE.UU. a sus tropas, así como la declaración expresa de colocarse al margen de la justicia internacional, tuvo el efecto de carta blanca para los desmanes más atroces. En noviembre del mismo año de 2003, soldados norteamericanos (marines de la cuarta división de infantería de la base de Ibn Firnas) mataban a dos niñas que se hallaban a treinta metros de distancia. Esta noticia inspiró el relato corto que presenta el enlace siguiente, y que dediqué a la memoria de José Couso. Para el que desee verificar la noticia, las hemerotecas son del 28 de noviembre del año 2003.

Enlace al relato:


Pedrín

5 comentarios:

  1. Dos escalofríos han recorrido todo mi espinazo, dos.

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  2. Si el cuchillo mata, el acuchillador debe ver la cara del acuchillado. Si un rifle, cañón o misil mata, la distancia del matador al matado convierte todo en un error o acierto de videojuego. A distancia, los muertos son menos humanos, ni siquiera son muertos sino números. ¿Para cuándo la prohibición total de las armas de fuego?
    JA

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  3. Caray Pedro!
    Escalofriante.
    Te agradezco mucho la entrega del relato. Espero que te animes a colgar otros.
    Me ha gustado especialmente la frase " Desde entonces los atardeceres son algo más escarlatas en la tierra que otrora fue Mesopotamia..."

    Resulta de una impotencia abrasadora esta guerra que ya no es guerra pero que no es paz.
    Resulta de una impotencia desgarradora porque millones salimos a la calle en todo planeta diciendo No
    Resulta de una impotencia dolorosa que 7 años después el Tigris siga cada día un poco más rojo.
    Resulta de una impotencia indescriptible que la cuna de la civilización- de la nuestra, al menos- esté siendo maltratada, maltrecha, humillada, vejada, herida, asesinada.

    Me desespera.

    Los crímenes contra la humanidad no prescriben. No desde hace muy poco tiempo.
    Nuevas leyes.
    Nuevas formas de la palabra contra la violencia.
    Espero ver -por lo menos- al triumbirato de las Azores condenado por un tribunal de crímenes contra la Humanidad.
    Como Videla. Ni prisión preventiva en su casa ni hostias. Puta cárcel. Con tres perpetuas sobre sus hombros.
    Espero ver libre a Assange. Puso las pruebas en bandeja.
    Algún Garzón del mundo debería de proceder como corresponde.Y sería de desear que no terminara como Garzón.
    Ayer lo entrevistaron en directo en un programa de la CNN.
    Ponía los pelos punta escuchar, de qué modo, el poder sigue siendo arbitrario, sigue inventando las maneras de amordazar a los que se atreven.
    Espero ver a Fraga ante un tribunal de Crímenes contra la Humanidad.

    Todavía espero.

    Mil gracias por tu relato,
    Begoña

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  4. Lo cotidiano se llena de terror cuando nos invade la guerra. Me parece que escritos como el tuyo mantienen una necesidad de justicia, un grito contra la prepotencia y el desprecio. Gracias Pedro.

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  5. Me parece escalofriante la frialdad con la que se valora la justicia y el valor de la vida es una nimiedad.
    Que el nuevo año traiga un poco de sentido común para que cosas como esta que ocurren en tantas zonas en conflicto no ocurran.
    Me parece genial que te decidas a ir publicando tus obras.
    Bss.

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